Lectura: Efesios 1:3-14
Hace algún tiempo me contaron una historia simpática sobre la importancia de los elogios.
Una mujer de unos 30 años estaba con su hija de 4 años en una cafetería y con algunos de sus amigos. La mujer los hacía reír con tonterías; por ejemplo, se metía dos papas fritas largas debajo del labio superior para parecer una morsa.
Después de comer, otra mujer mucho mayor que ella se le acercó y le dijo que le había gustado su “espectáculo”, esto debido a que acababa de enviudar y reírse la había hecho sentir bien. Esta mujer actuó sin pensar en sí misma y le hizo más agradable la vida a las personas que se encontraban a su alrededor.
A menudo, usamos la palabra “elogio” comúnmente para referirnos a situaciones en las que aplaudimos o reconocemos a una persona. Al comienzo de Efesios, Pablo elogió al Dios vivo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 1:3). La palabra “bendito”, eulogétos en griego, significa “elogiar, hablar bien de alguien o algo”.
También, invitó a los efesios a unirse a él en alabanza al Señor por todas las bendiciones espirituales tales como: escogidos y adoptados por el Padre; redimidos, perdonados y revelados sobre el misterio del evangelio por el Hijo; y garantizados y sellados por el Espíritu. Esta gran salvación fue sólo obra de la gracia de Dios.
- Nuestra mente debe enfocarse en las bendiciones de Dios en Cristo, en lugar de criticar a otros y quejarnos por no tener lo que queremos.
- Aunque sea más difícil de hacer, esta semana elogia a las personas en lugar de criticarlas.
HG/MD
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales” (Efesios 1:3).
Muy bueno bendiciones