Lectura: Hebreos 6:13-20

Dos amigos a quienes les encantaba la pesca, se fueron el fin de semana a un hermoso lago del cual habían recibido buenas recomendaciones porque la pesca era muy abundante.

Ciertamente, los peces picaban mucho, por lo menos al inicio, pero al poco tiempo ya no picaban tanto.  Luego de analizar la situación, entendieron lo que había pasado, el bote se había movido bastante de su posición original, el viento era fuerte y el ancla no estaba bien posicionada.

En lo que respecta a la salvación, nuestra fe está anclada en la promesa de Dios y la obra de Jesucristo. Los vientos y las olas de la duda y el desánimo, así como el ataque espiritual del maligno, pueden hacernos pensar que estamos a la deriva y que la salvación que Dios ofrece es insegura.

Pero ¡de ninguna manera! El Señor ha prometido que nuestra salvación es segura, y Él no puede mentir (Hebreos 6:18-19). Nuestra esperanza está firmemente asegurada en Jesucristo, quien nos redimió una vez y para siempre cuando murió, resucitó y ascendió al cielo.

  1. Nuestra ancla es la roca inconmovible: Jesucristo. Su amor ilimitado nos mantiene seguros y aferrados.
  2. Ancla tu fe en Jesús y estarás seguro.

HG/MD

“Para que, por dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo estímulo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta por delante. 19 Tenemos la esperanza como ancla de la vida, segura y firme, y que penetra aun dentro del velo” (Hebreos 6:18-19).