Lectura: Lucas 10:1-12

Es curioso pero las cosas no han cambiado mucho en estos 2000 años.  Jesús observaba las mismas cosas que hoy ocurren: “la mies es mucha” (Lucas 10:2).

Al entrar en muchas librerías nos encontramos con libros de auto-superación, de la nueva era, o de personas que dicen saber sobre las cosas “espirituales”.  Esta corriente de pensamiento no es nada “nuevo”, simplemente muestran el antiguo deseo de encontrarle sentido a esta vida, utilizando medios humanos.

Algunas personas tratan de apagar sus conciencias o encontrarle un significado a sus vidas bebiendo en exceso, comiendo sin medida, pasando muchas horas en redes sociales, u obteniendo títulos que muestren su intelecto superior.  En el fondo todas estas cosas pasan, y aunque agregan algo de significado a nuestras vidas, son momentáneas y rápidamente superadas por nuevos anhelos o envidias de lo que otros han obtenido, lo que provoca que vuelvas a tener ansias de algo más.  Pero ¿algo podrá saciar ese vacío?

El teólogo Agustín (354-430), tenía esa misma percepción en su época y señaló lo siguiente: “Oh, Señor, nos has hecho para Ti y nuestro corazón no descansará hasta que encuentre descanso en Ti”.

La mies siempre será mucha, y tal como dijo nuestro Señor: “los obreros son pocos”, pero ¿por qué sucede esto? ¿Por qué no hay más obreros para recoger la cosecha?  Hoy, ciertamente debe haber una mayor cantidad de creyentes que en los tiempos en que Jesús vivió entre nosotros, y como consecuencia deberíamos tener un mayor impacto en la cosecha, pero pareciera que algunos de esos creyentes no quieren cumplir con el llamado de nuestro Señor.  ¿Será acaso por temor al fracaso, o al rechazo de las personas?

  1. No permitas que el temor te detenga. Si fuera el caso no te están rechazando a ti, están rechazando el mensaje de salvación que está ofreciéndoles Dios mismo. No puedes controlar el resultado, pero si puedes ser fiel al predicar el mensaje.

 

  1. Si crees verdaderamente que vale la pena haber creído en Jesús, vale aún más la pena compartir ese gozo y esperanza con otros que aún no lo conocen. Sólo Dios podrá saciar ese vacío que todos tenemos dentro.

HG/MD

“Y les decía: “A la verdad, la mies es mucha pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lucas 10:2).