Lectura: Hebreos 10:22-39
El ex atleta había descuidado su cuerpo por demasiado tiempo, así que comenzó una rutina de ejercicios. El primer día hizo varias flexiones y salió a dar un trote ligero. Al día siguiente, más flexiones, unos cuantos abdominales y a trotar por más tiempo. Día 3: ejercicios y correr 2,5 kilómetros. Día 4: nuestro ex atleta en reentrenamiento despertó con la garganta inflamada.
Después hizo un ejercicio más: de un salto, llegó a la conclusión de que el ejercicio había sido una mala idea. Si todo lo que había logrado de sus jadeos y resoplidos era enfermarse, este asunto no era para él.
Examinemos otro escenario. Un cristiano se da cuenta de que ha descuidado su relación con Dios; entonces, comienza una nueva rutina espiritual de lectura bíblica y oración. Pero a los pocos días, surgen algunos problemas en su vida. ¿A qué conclusión llega? Al igual que el ex atleta, ¿debería llegar a la conclusión de que su búsqueda espiritual fue una mala idea y que no le hizo ningún bien? Claro que no.
No oramos y leemos la Biblia para lograr una vida perfecta y libre de problemas. Buscar a Dios no es una cuestión de causa y efecto. Lo hacemos porque beneficia nuestra relación con Aquel que es perfecto. La búsqueda de la piedad no nos eximirá de problemas (2 Timoteo 3:12), pero una vida dedicada a amar y buscar a Dios (Hebreos 10:22) siempre es una buena idea, sin importar lo que suceda.
1. Las raíces de la estabilidad están cimentadas en la Palabra de Dios y la oración. ¿Dónde están tus raíces?
2. Un buen objetivo para este año por venir, es aumentar un 20% el tiempo que le dedicas a Dios, por ejemplo: si oras 5 minutos al día ahora procurarás orar 6. Si lees 20 minutos, ahora leerás 4 más. Las pequeñas metas conquistadas nos ayudan con los grandes desafíos de la vida. «…Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más….» Mateo 25:21
NPD/DB