Lectura: Proverbios 27:1-27

Todos necesitamos por lo menos uno o dos amigos cercanos. Un niño pequeño definió a un amigo como “alguien que sabe todo sobre ti y te quiere a pesar de eso”  Ralph Waldo Emerson dijo: “Un amigo bien puede ser reconocido como una obra maestra de la naturaleza.” Henry Durbanville hizo esta observación sobre la amistad: “Un amigo es la primera persona en entrar cuando el mundo entero se apaga”.

Salomón escribió  mucho sobre la amistad por ejemplo: “Las heridas de un amigo sincero  son mejores que muchos besos de un enemigo” (Prov.27:6)  “Nunca abandones a un amigo,  sea tuyo o de tu padre.  Cuando ocurra la calamidad, no tendrás que pedirle ayuda a tu hermano.  Mejor es recurrir a un vecino que a un hermano que vive lejos” (Prov.27: 10) o en Proverbios 17:17 nos dice: “Un amigo es siempre leal”.  No podemos mejorar en esas declaraciones.  El tener a alguien que se mantiene fiel a nosotros bajo cualquier circunstancia, es una de las más exquisitas bendiciones de la vida.  El apoyo y el aliento que sólo un amigo íntimo puede ofrecer es muy necesaria cuando las cargas de la vida tienen un gran peso sobre nosotros.  Jesús, por supuesto, es el amigo mejor por excelencia, porque él dio su vida por sus amigos (Juan 15:13).

Además en Proverbios 18:24 se nos llama la atención con respecto a un punto importante y nos lleva más allá de la descripción de lo que significa ser un amigo.  Nos dice que: “…el amigo verdadero se mantiene más leal que un hermano.”  La implicación es clara: la lealtad debe comenzar con nosotros.  Debemos tomar la iniciativa en el desarrollo de relaciones con los demás.  Debemos dar a los demás lo que deseamos para nosotros mismos.

  1. ¡Salí a buscar a un amigo, pero no pude encontrar ni uno; salí a ser un amigo, y amigos estaban por todas partes!
  2. ¡Cuando se trata de amigos, uno debe ser uno!

NPD/RDH