Lectura: Filipenses 2:12-18

En un vuelo reciente, estaba sentado detrás de dos niños pequeños que no estaban contentos de estar en el avión. Sus gritos de queja pronto llenaron la cabina de vuelo.

Justo antes del despegue, una azafata se detuvo junto a ellos y les dijo con una gran sonrisa: “¿A qué se debe todo este ruido?” Luego de interactuar y jugar con el pequeño de 3 años de edad, y su hermana menor por unos pocos minutos, se inclinó hacia abajo y les susurró muy seriamente saben debo recordarles, este es un vuelo de “no gritos, ni quejas”.

Los dos pequeños se volvieron increíblemente tranquilos.  Eso hizo que todos se sintieran mejor. Siempre el viaje se hace más largo, cuando tienes que sentarte en la sección de “gritos y quejas”.

Estoy seguro que Dios quiere recordarme cada mañana que Él desea que este día sea un vuelo “no gritos, ni quejas”.  Filipenses 2:14 dice: “Hagan todo sin quejarse y sin discutir”. Mientras que nuestra tendencia natural es quejarnos, Dios tiene otro enfoque en mente, en Filipenses 2:15 se afirma: “para que nadie pueda criticarlos. Lleven una vida limpia e inocente como corresponde a hijos de Dios y brillen como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta.”

1. Si tan sólo pasáramos un día sin quejarnos, ¿cómo esto afectaría a nuestra familia y amigos? ¿Qué pasaría con nuestra capacidad de compartir la Palabra de la vida con los demás? (Fil 2.15-16).

2. ¿Quejarnos a no quejarnos?, esa elección es nuestra.

NPD/DCM