Lectura: Juan 9:1-7,24-39

Anna Mae Pennica nació con cataratas que la dejaron ciega.  Pero a inicios los años 80’s el Dr. Thomas Pettit del Jules Stein Eye Institute en Los Ángeles eliminó las cataratas del ojo izquierdo de Anna Mae y por primera vez pudo ver desde su nacimiento.   Ella incluso pasó la prueba de conducir.

Sin embargo hay un triste epílogo a este triunfo de la medicina.  La técnica para corregir la condición del ojo de la señora Pennica había estado disponible desde la década de 1940.  Ella pudo haber estado disfrutando desde hacía  más de 40 años de su vista, sin haberse quedado ciega innecesariamente.

¡Cuán mayor es la tragedia de tropezarnos día con día en este mundo con almas sin vida, que se pierden en la noche impenetrable para siempre!  Esa era la condición de los fariseos cuando Jesús sanó al ciego de nacimiento en Juan 9.   Estaban tan cegados por su devoción servil a las apariencias externas y tradiciones religiosas que no pudieron reconocer la Luz del mundo.  Su obstinada negativa de ver sus propios pecados los mantuvo en la oscuridad espiritual, y rechazaron la oferta del Señor del perdón.

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Jn. 8:12- RVC).

1. ¿Tienes a Jesús (La luz del mundo) en tu vida, o estás viviendo innecesariamente en la oscuridad?

2. Cuando confíes en el Hijo de Dios, la oscuridad dará paso a la luz.

NPD/CVG