Lectura: Hebreos 11:23-29

Algunos de los correos electrónicos que recibimos nos dejan sin aliento. Cotidianamente leo noticias de amigos que trabajan como misioneros en un país africano donde las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA, son muy comunes y le están costando la vida a miles de personas.  Ellos cuentan historias de esa tragedia y como afecta a personas que conocen, incluso a nuevos creyentes debido al estilo de vida que llevaban antes de conocer al Señor.

Estos amigos no se quejan del peligro en el que se encuentran ellos y sus familias, debido a la inestabilidad política que afecta al país.  Por el contrario, hacen memoria de la satisfacción de ayudar a las personas a quienes están sirviendo, cada vez que pueden, muchas de las cuales incluso han muerto en sus brazos.

Sus reportes me hacen recordar y considerar el sufrimiento del Señor y nuestra necesidad de estar dispuestos a llegar al sacrificio por Su obra.  Son muchas las veces en las cuales nos preocupamos por cosas que no valen la pena, y demasiado a menudo invertimos muchos de nuestros recursos en cosas sin sentido. ¡Cuán difícil es negarnos a nosotros mismos por el bien de otros!

En nuestra lectura, el autor de Hebreos nos cuenta sobre Moisés y su increíble ejemplo de auto abnegación.  Él decidió identificarse con Dios y cumplir su misión con el pueblo escogido de Dios, a pesar de que pudo haber escogido disfrutar de los deleites temporales de este mundo y las riquezas de Egipto; “Prefirió, más bien, recibir maltrato junto con el pueblo de Dios que gozar por un tiempo de los placeres del pecado.  Él consideró el oprobio por Cristo como riquezas superiores a los tesoros de los egipcios, porque fijaba la mirada en el galardón.” (Hebreos 11:25-26).

Como creyentes debería ser más sencillo el hecho de comprometernos con el servicio hacia la obra del Señor, lo cual a menudo va a significar un costo (tiempo, compromiso, recursos, etc.) si de verdad queremos ser instrumentos útiles a Su servicio.

  1. ¿Estás dispuesto a entregarte para el servicio de Dios y de tus semejantes? ¡Vive el valor del servicio!

 

  1. El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante. No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal. No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.  Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. (1 Corintios 13:4-8a)

HG/MD

“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” (1 Pedro 4:10).