Lecturas: Juan 20:14-18; Marcos 16:9.

María Magdalena se da la vuelta y ve a un hombre detrás de ella, quien le pregunta dulcemente: “¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?”  No se nos dan las razones por las cuales María no reconoce al Señor, pues lo confunde con el encargado del huerto.  Ella tan sólo atina a preguntarle sobre el paradero del cuerpo de su Señor, y si él se lo ha llevado a otro sitio para ir a recogerlo y traerle nuevamente para darle una digna sepultura. Loable el gesto, pero con un equivocado razonamiento; en muchas ocasiones creemos que estamos haciendo las cosas correctamente o por una causa justa y lo que estamos haciendo es entorpeciendo los planes del Señor. Recordemos el segundo desafío para las mujeres: “compartir las buenas nuevas con otros, primeramente con los discípulos”.

En ese momento el Señor, pronuncia su nombre: “María”, y se cumplen las palabras de Jesús: “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen” (Juan 10:27); en realidad no importa la razón por la cual María reconoce a su “¡Raboní!, en arameo “gran Maestro”, a muy pocos Rabí se les concedía este título especial.  Instintivamente ella procede a tocarlo y suponemos que a abrazarlo, Jesús está ahí frente a ella, no está muerto, realmente está vivo, no podemos imaginarnos el sin número de emociones que se desataron en el corazón y la mente de María, Jesús le dice que lo suelte, la acción acá en griego implica: “no asir”, porque todavía no había vuelto al Padre.

Existen muchas posibles explicaciones para estas palabras, pero quizás la más lógica está ligada a las que siguen en el pasaje: “Ve más bien a mis hermanos y diles: Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.  María, tienes una labor más importante que hacer, tu devoción personal debe quedar a un lado, ahora existe una tarea más importante: “compartir las buenas nuevas con otros”.  Ella obedeció a su gran Maestro: Jesús.

  1. Esta fue la primera aparición del Señor posterior a la resurrección; que gran privilegio para María Magdalena, pero aun mayor fue el privilegio de poder contarle a otros de las buenas nuevas que habían presenciado sus ojos, y que quedaron registradas en su Palabra.
  1. Aún tenemos mucho que hacer, hoy es tiempo de “compartir las buenas nuevas con otros”.

MD/HG

Jesús: Nos desafía a compartir las buenas nuevas con otros.  “Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.” Juan 20:17

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.