Lectura: Génesis 22:1-14

Seguramente, el corazón de Abraham debió haberse acelerado cada vez más con cada metro que se acercaba a su destino, el Monte Moriah. En su vida había hecho muchos sacrificios, pero el que estaba a punto de realizar era el más demandante de todos.

Dios le estaba pidiendo algo que estaba muy cerca de su corazón, era carne de su carne, era su único hijo, aquel tan esperado que había nacido en su vejez. Dios le estaba pidiendo lo que naturalmente nunca le pasaría por la mente a ningún padre.

En los momentos finales, cuando estaba preparando al muchacho para el sacrificio, probablemente debió haber sido un mal sueño del que deseaba despertar, pero estaba despierto y era una realidad, Dios le estaba pidiendo este sacrificio inimaginable, más en el momento en que se aprestaba a sacrificar a su hijo Isaac, un ángel lo detuvo y Dios proveyó un carnero para ofrecerlo en sacrificio en lugar de Isaac.  Fue así como Abraham demostró con hechos que estaba totalmente rendido ante la voluntad del Señor.

Quizás esta idea de sumisión total a Dios no sea la más popular en nuestros días, pero es algo común en el reino animal.  Cuando dos lobos pelean por un territorio, el conflicto termina de una forma muy inusual, en el momento que uno de los dos animales se da cuenta que no puede continuar con la pelea, demuestra su rendición exponiendo el lado debajo de su cuello a los dientes del adversario.  Por alguna extraña razón, este es un mensaje para el lobo ganador, quien en lugar de matarlo le permite huir de la batalla.

Esto nos permite entender, que debemos estar dispuestos a dar a Dios aun lo más querido para nosotros.  El Señor definitivamente quiere más que el tiempo libre que nos queda o el sobrante de nuestras posesiones.  Dios quiere ser el Señor de todos los aspectos en nuestras vidas.  Sólo cuando estamos dispuestos a desprendernos de lo que amamos, podemos experimentar la libertad que es posible solamente cuando nos rendimos a Él.  La rendición es el secreto mejor guardado de la vida.

  1. Dios no te va a pedir algo más allá de lo que estuvo dispuesto a dar, Dios ofreció a Su Hijo para morir, el cordero más puro de todos por la humanidad más impía, todo para que tuviéramos libertad.

 

  1. Entrega hoy tu vida a Dios, ¡Él puede hacer en ti más de lo imaginas!

HG/MD

“…porque ahora conozco que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).