Lectura: 1 Samuel 25:14-35

Abigail fue sin duda una mujer extraordinaria, su valor como pacificadora salió a relucir cuando libró al futuro rey de Israel de cometer un gran pecado.

La historia se desenvolvió de la siguiente manera: David había sido obligado a vivir como fugitivo, para escapar de la ira de Saúl, en esta aventura se les unió un grupo de unos 600 hombres con sus respectivas familias.  Durante varios meses acamparon en las cercanías del monte Carmelo, cerca de donde se encontraban pastando los rebaños de Nabal (el esposo de Abigail).  Los hombres de David, habían prestado el servicio de protección de los ladrones a los pastores de Nabal.  Cuando llegó el tiempo de trasquilar a las ovejas, David envió a sus mensajeros a solicitarle a Nabal una compensación por el servicio de protección que les había prestado; pese que él era un hombre rico, se negó a pagarles y trato a los hombres de David con desprecio.

En su ira y de forma apresurada, David decidió que iba a matar a aquel hombre quien había actuado con tanto desagradecimiento, y con él a todas las personas que vivían en su casa.  Cuando Abigail se dio cuenta del enojo de David y sus planes, reunió rápidamente un gran suministro de comida y salió al encuentro de David y sus guerreros, y de forma humilde pidió disculpas por la inapropiada conducta de su esposo. Ya más calmado, David se dio cuenta que Dios utilizó a aquella mujer para detenerlo de cometer una acción irracional y vengativa; finalmente alabó a Dios (1 Samuel 25:32).

  1. ¿Cuán rápidos somos para enojarnos, en lugar de resolver el conflicto de una forma alternativa? Jesús recalcó: » Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9)
  2. Para llegar a ser un pacificador, tienes que tener la paz de Dios en ti.

HG/MD

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7)