Lectura: Mateo 5:13-16

He aquí un extracto de la carta de oración de una pareja de misioneros en un país latinoamericano:

“Conduciendo a través de tráfico de Navidad, y luchando contra la llovizna, me encontré con una pequeña niña. Estaba húmeda, fría y estaba temblando. Tenía la ropa vieja, su pelo estaba enmarañado y su cara estaba sucia. Caminaba entre los coches aprovechando las luces rojas del semáforo, lavaba los faros de los autos, debido a que era demasiado pequeña para lavar los parabrisas.  Algunos le dieron sus monedas, otros tocaban el claxon para que ella se alejara de sus vehículos”.

La carta continuaba de la siguiente forma: “Mientras me alejaba con unos 50 centavos de menos en mi bolsillo, me enfurecí con Dios por la injusticia de un mundo que permitía esa situación. ‘Dios, ¿cómo puedes quedarte de brazos cruzados, al ver a esa niña?’  La pareja misionera llegó a la siguiente conclusión: ‘Más tarde esa misma noche, Dios vino a mí, con esa voz baja y calma, directo al corazón y no me respondió como yo lo había hecho, sino con ternura, “Sí he hecho algo.  Te he creado a ti’”.  Luego de hablar con mi esposa, regresamos a la misma esquina y encontramos a la niña, después de algunos trámites logramos ubicarla en un programa para niños trabadores, que lucha por sacarlos de las calles y que sigan con la vida normal de un niño(a): estudiar y divertirse.

Jesús vino como la Luz verdadera a nuestro injusto y cruel mundo oscurecido por el pecado. Al responder con compasión y la bondad de la gente que sufre, proclamamos Su poder transformador.  No podemos resolver todos los problemas del mundo, pero si podemos dar un testimonio de Su luz y darle gloria al Padre (Mt. 5:16).

1. Dios nos usa para mostrar su amor a las personas que están sufriendo; nuestros actos de bondad iluminan el camino para aquellos que están en la oscuridad.

2. Las oportunidades para ser amables, nunca son difíciles de encontrar.

NPD/DCE