Lectura: Hebreos 1:1-9

En 1971, Ray Tomlinson experimentaba con diversas formas de interacción entre las personas y las computadoras. Cuando envió un mensaje desde su máquina a otra unidad de la oficina a través de una red, surgió el primer correo electrónico. Hoy, décadas más tarde, se envían más de mil millones por día. Muchos contienen noticias importantes de familiares y amigos, pero otros llevan anuncios desagradables o virus destructivos. Una regla básica para el uso de los e-mails es: «No abrirlo a menos que confíes en el remitente».

Dios nos ha enviado un mensaje en la Persona de su Hijo, y podemos confiar en el Remitente. En el Antiguo Testamento, el Señor le habló a su pueblo mediante los profetas, y muchos rechazaron la Palabra de Dios. Pero todo guiaba a lo siguiente: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo» (Hebreos 1:1-2).

Tal vez nos asombre el misterio inexplicable del Dios Todopoderoso que entró en nuestro mundo como un bebé; aun así, seguimos dudando de recibir a Cristo y colocar nuestra vida en sus manos.

La Navidad es el mensaje inolvidable del amor, la redención y la esperanza que Dios ha enviado.

1. ¿Confiarás en el Remitente y abrirás hoy Su mensaje?

2. ¿En este época de Navidad, llevarás la luz de Jesús a otros corazones?

NPD/DCM