Lectura: Apocalipsis 22:1-5

En una lápida de un cementerio se leía el siguiente epitafio: “No lloren por mí ahora, nunca lloren por mí, porque no voy a hacer nada nunca, nunca más”.  Al leer estas palabras me vienen a la mente muchas personas que creen que el cielo será un lugar aburrido, otros por su parte creen que la muerte es la suprema liberación, entendiendo que la muerte es equivalente al descanso total, donde no harán absolutamente nada.

Si bien es cierto en el cielo descansaremos de nuestras labores terrenales, según lo expresado en Apocalipsis 14:13: “…para que descansen de sus arduos trabajos…”, nunca se nos dice que es un lugar de inactividad. En el mismo libro de Apocalipsis, Juan describe una visión de la Nueva Jerusalén, en el capítulo 22:3 se nos dice que “y sus siervos le rendirán culto”.

Si en verdad hemos recibido a Jesús como nuestro Salvador personal, tendremos el privilegio de servirle de todo corazón en el cielo, no le serviremos fría y esporádicamente como lo hacemos ahora con nuestros cuerpos mortales, por el contrario le serviremos con gozo y con un entusiasmo continuo, tal como lo expresa Apocalipsis 7:15.

Todos los creyentes debemos estar eternamente agradecidos con Jesús, aún más porque en ese momento ya no tendremos sobre nuestros hombros, la agonía del deterioro continuo y la muerte (Apo.21:4).  En el cielo estaremos gozando del amor de Dios (Apoc.16:11).

  1. En el cielo no tendremos un momento para estar aburridos; es un lugar donde por fin estaremos para siempre al lado de nuestro Señor, disfrutando de su gloriosa presencia.
  2. Jesús está preparando un lugar para nosotros (Juan 14:1-4).

HG/MD

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, se los hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para ustedes” (Juan 14:2)