Lectura: Lucas 12:16-21

Hace algunos años en la provincia de Shanxi, en China, un hombre fue enterrado dentro de su querido coche.   Amigos y familiares se acercaron a ver aquel particular funeral.  Los asientos fueron removidos para que pudiera entrar el ataúd; luego, con la ayuda de una grúa enterraron el auto en una especie de túnel subterráneo.   En algunas zonas de ese país se tiene la creencia de que ser dueño de un auto y una casa es cuestión de dignidad.

A pesar que la mayoría de nosotros no haríamos eso, algunos se preocupan por anticipar los arreglos para su partida, como buscar una agencia de servicios funerarios o comprar un espacio en un cementerio.

Sin embargo, existe una situación por la que si deberíamos estar preocupados, tal como dice Mateo 16:26: “Pues, ¿de qué le sirve al hombre si gana el mundo entero y pierde su vida? ¿O qué dará el hombre en rescate por su vida?”

Al hombre rico de la parábola que leímos hoy, no le preocupaba el estado final de su alma, ni mucho menos el lugar donde pasaría la eternidad.  Hasta que entonces un día Dios le dijo: “Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu vida; y lo que has provisto, ¿para quién será?” (Lucas 12:20).

Aunque no está mal que hagas algunos preparativos para tu funeral, ya deberías estar preparado y saber el lugar donde pasarás la eternidad.

  1. ¿Dónde pasarás la eternidad?, ¿En el cielo o el infierno?, ¿Cuál es la meta de tu alma?

 

  1. Las decisiones que tomes aquí, determinarán tu destino eterno.

HG/MD

“Hay un camino que al hombre le parece derecho, pero que al final es camino de muerte.” (Proverbios 14:12)