Lectura: Mateo 5:3-11

Contaba un viejo predicador  que a sus 19 años estaba trabajando en una oficina del ferrocarril, cuando decidió entregar su vida a Cristo.  Años más tarde recordaba con algo de nostalgia aquel día que cambió el resto de su vida.

“Fue como si alguien me hubiese corrido la cortina, no hubo ninguna gran sensación, sencillamente veía más claro.  Fui a caminar por el andén.  Recuerdo que aquella mañana me dije a mi mismo: ¿Acaso han lavado la estación?”  Hasta la pared de ladrillo, que estaba toda cubierta por el humo y el hollín por aquellas viejas locomotoras, parecía más blanca.  Pero no eran las paredes.  Era mi mente que estaba más iluminada cuando hice mi primera caminata bajo la luz de la salvación”.

La historia de este viejo creyente, ilustra de una forma hermosa, uno de los aspectos más interesantes de las palabras de Cristo; “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).   Somos bendecidos cuando experimentamos el perdón y la limpieza de Dios, y dejamos que el Señor llene con su luz nuestra vida, esto provoca que podamos apreciar verdades espirituales que anteriormente nos eran ocultas o no tenían ninguna importancia, debido a que nos encontrábamos muertos espiritualmente: “En cuanto a ustedes, estaban muertos en sus delitos y pecados,  en los cuales anduvieron en otro tiempo conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia.” Efesios 2:1-2.

  1. Si tu corazón aún está nublado por haberte resistido al perdón que Dios te ofrece, hoy tu vida puede llenarse de luz, tal como lo dice Juan 12:46 “Yo he venido al mundo como luz para que todo aquel que cree en mí no permanezca en las tinieblas”. Hoy puede ser el primer día del resto de tu vida.

 

  1. Con un corazón purificado podrás ver a Dios.

HG/MD

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).