Lectura: Hebreos 10:11-22

¿Alguna vez un médico te ha permitido utilizar su estetoscopio y escuchar tu propio corazón? Es una experiencia bastante extraña el escuchar los ritmos constantes de ese órgano que comenzó a funcionar incluso antes de que abrieras los ojos y va seguir latiendo hasta que mueras, estés o no consciente de ello.

Una enfermera del área de pediatría de un hospital, a menudo le permitía a sus jóvenes pacientes escuchar sus propios corazones. Un día mientras ella colocaba cuidadosamente el estetoscopio a un niño de 4 años de edad, de nombre David, ella preguntó: “Escuchas. ¿Qué crees que oyes?” Él plegó sus cejas en una profunda reflexión y con una brillante sonrisa le preguntó, “¿Es Jesús llamando?”

Olvídense de la fisiología y dejen que el pequeño David sea su profesor por un momento.  Desde el punto de vista de la salud espiritual y de nuestro destino eterno, tenía razón. Jesucristo, el Salvador crucificado y resucitado el Señor de la Gloria, de hecho está llamando a la puerta de cada corazón humano.  Nuestro corazón espiritual (cerebro si lo prefieres) es el centro de nuestro ser, el centro de control de la decisión y la elección (Apocalipsis 3:20).

1. Si aún no lo has hecho, hoy mismo puedes invitar a Jesús para que sea tu Salvador personal, para que Él perdone tus pecados y limpie de tu corazón (Jn. 3:1-16; Heb. 10:22).  También debes permitirle gobernar tu vida como Señor, orientando tus decisiones y acciones

2. Un corazón sano, late de amor por Jesús.

NPD/VCG