Lectura: 2 Crónicas 10:1-19

Una persona que era bastante tímida, leyó un libro de “auto ayuda” sobre cómo tener un carácter firme y decidió empezar a poner en práctica lo aprendido.  Así que un día entró a su casa haciéndose notar con fuertes pisadas y dando pequeños golpes en las paredes; llegó hasta la sala, se puso frente a la televisión y le dijo a su familia: “De aquí en adelante soy el que manda, ahora quiero ver mi programa favorito y comer mi comida preferida”. Todos quedaron sorprendidos por lo que había dicho, pues normalmente este comportamiento no era común ya que aquella persona era muy calmada.  Después de un incómodo silencio, dijo las siguiente palabras: “¿Y saben quién me va a traer mis sandalias (pantuflas, babuchas, zapatillas) preferidas?” Rápidamente, su pareja le dijo: “El perro, porque es el único que puede soportar esa actitud”.

El rey Roboam también quiso probar esa clase de firmeza equivocada y de inmediato puso a Israel en su contra.  Cuando llegó al trono, su pueblo le suplicó suavizar los impuestos que los oprimían, sus asesores ancianos le aconsejaron que debía oír el clamor del pueblo, pero los más jóvenes lo animaron a hacer lo contrario, de forma tal que aplicó más cargas de impuestos más duras que las que había decretado su padre.  Como resultado, su nación de 12 tribus, hasta ese momento unida, decidió separarse y formaron dos reinos (2 Crónicas 10:16-17).

Los buenos líderes no se apoyan en una firmeza opresiva, ni gritan en su casa para hacer que sus seres queridos los noten, no insultan ni denigran a sus compañeros de trabajo para sobresalir, y por supuesto, no tratan de imponer a la fuerza sus ideas en la iglesia a la cual asiste.  Por el contrario, hacen algo que parece opuesto a la firmeza: “sometiéndose unos a otros en el temor de Cristo” (Ef.5:21).  Escuchan con respeto, admiten sus errores, muestran disposición para escuchar, equilibran la amabilidad y la determinación de sus puntos de vista, y con ello en realidad muestran un liderazgo efectivo.

  1. Si quieres ser un líder, primero debes aprender a servir a otros.
  2. Una persona firme es capaz de transmitir con hechos y palabras, que está dispuesta a ser humilde y sumisa para beneficio de sus hermanos. Tal como lo hizo nuestro Señor “Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús… y, hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Fil.2:5,8)

HG/MD

“Antes del quebrantamiento se enaltece el corazón del hombre, y antes de la honra está la humildad” (Proverbios 18:12)