Lectura: Romanos 2:12-16

Las personas que rechazan las normas absolutas de lo que está bien y lo que está mal son a menudo inconstantes. Cuando creen que se les está tratando de manera injusta, apelan a una norma de justicia a la que esperan que todos se adhieran.

Un profesor de filosofía comenzaba cada nuevo semestre preguntándole a su clase: “¿Creen ustedes que se puede mostrar que hay valores absolutos como la justicia?” Todos los estudiantes librepensadores argumentaban que todo es relativo y que ninguna ley puede aplicarse universalmente. Antes del final del semestre, el profesor dedicaba una clase a debatir el asunto. Hacia el final, él concluía: “Sin importar lo que ustedes piensen, quiero que sepan que los valores absolutos pueden demostrarse. Y si no aceptan lo que digo, ¡les suspenderé!” Un estudiante iracundo se levantó e insistió: “¡Eso no es justo!” “Usted acaba de demostrar lo que quiero decir -respondió el profesor-. Usted acaba de apelar a una norma más elevada de justicia”.

Dios nos ha dado a todos una conciencia para discernir lo que está bien y lo que está mal (Ro. 2:14-15), y Sus normas morales están escritas en la Biblia. Cada vez que usamos las palabras: bueno y malo, damos a entender una norma por la que hacemos tales juicios. Los valores bíblicos son verdad para toda época, porque tienen su origen en un Dios eterno e inmutable.

  1. En un mundo que piensa que todo es relativo, las verdades absolutas no parecen tener lugar, sin embargo, quieras aceptarlo o no: Dios te ama y tiene una opción absoluta para ofrecerte se llama: Salvación.
  2. Si aceptas ese absoluto tendrás vida eterna en uno de dos lugares con Él o sin Él.
  3. ¿Qué eliges?

NPD/DJD