Lectura: Romanos 1:18-32

Traté de hablarle a Felipe acerca de mi fe. Él era una persona educada, y me dijo que prefería no hablar de religión. Su meta en la vida era ser una persona decente y encontrar tanta diversión como pudiera.  Había llegado a la conclusión de que con la muerte terminaba todo. Y además dijo que estaba feliz con sus creencias.

Al parecer, Felipe se negó a pensar seriamente acerca de la revelación que Dios hace de sí mismo en la naturaleza (Job 38, Salmo 19:1-6; Rom. 1:20) y dentro de la conciencia humana (Rom. 1:18-21; 2:14-16).

Dios se ha revelado a sí mismo en el mundo que Él ha creado, en nuestra naturaleza interior, y en la Biblia. Todas las personas son responsables de lo que hacen con la auto-revelación de Dios. Podemos racionalizar Su revelación a través del mundo que Él ha creado; podemos rechazar el testimonio interior de nuestra conciencia y podemos rechazar la Biblia. Pero TODAS estas respuestas conducen al infierno.

La mejor y más adecuada respuesta a la revelación de Dios es el asombro, el reconocimiento del pecado y la confesión. Esto lleva al perdón, la paz interior, y la vida eterna.

Si usted ha rechazado la revelación de Dios, arrepiéntase y vuélvase a Él antes de que sea demasiado tarde. Si usted ha decidido abrir su corazón a Jesucristo, usted puede estar seguro de que Él le dará la bienvenida a Su presencia por toda la eternidad.

1. El Señor se revela a sí mismo, en muchas maneras diferentes; así que no le rechace, ni se aleje; en lugar de ello acérquese a Él y alábele.

2. Tarde o temprano tendrá que enfrentarse a Dios.

NPD/HVL