Lectura: Tito 2

Hace un tiempo en un estadio de fútbol en Grecia, ocurrió una tragedia, en donde murieron 21 personas y 50 más resultaron heridas.

La tragedia ocurrió cuando una multitud salvajemente emocionada, respondió ante la victoria de su equipo corriendo ciegamente con tal de “celebrar”.  Lo que no se dieron cuenta fue que había una puerta cerrada al final de una de las escaleras.  Cuando la multitud llegó a la puerta, muchos fueron pisoteados por la masa de gente que empujaba detrás de ellos.  Los fanáticos celebraban con tantos gritos que no escuchaban a los que habían caído.

Este tipo de actividad negligente no sólo se da en las actividades deportivas.  En una forma más sutil y aún más trágica nos rodea a diario.  Puede que no estemos gritando, ni corriendo ciegamente en medio de una multitud.  Pero, en muchas ocasiones si hemos ido por la vida, sin pensar en que la gente se está muriendo y entrando a la eternidad sin Cristo.  Muchas veces estamos tan absortos en nuestros propios asuntos que no escuchamos el ruido de aquellos que van delante y que se acercan al final de sus vidas.  En un sentido, nuestra falta de amor y de preocupación contribuye a su difícil situación.

Si nos hemos vuelto complacientes pensemos detenidamente en las palabras de Pablo en Tito 2.  Pablo nos pedía que tuviésemos buen juicio e inteligencia, sin lo cual nunca oiremos a los que piden ayuda por encima del ruido de la multitud.

  1. Un verdadero creyente, es una persona que anda derecho, en un mundo al revés.
  1. Detente y observa a tu alrededor, existen muchos que están cayendo en el abismo de la perdición, tú sí sabes cuál es la solución: la salvación en Cristo Jesús (Juan 3:16). Comparte con ellos esta única solución.  “¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: ¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!” (Romanos 10:15).

NPD/MRD

Nota: Imágenes con fines ilustrativos.