Lectura: Mateo 8:18-27

Te invito a leer detenidamente la siguiente frase: “La fe echa fuera al temor y la desconfianza huye de la fe.” Aunque también es cierto que ningún creyente está inmune al pánico o al terror.

Una tarde de invierno, el cabello de mi cuello se erizo y mi ritmo cardíaco se elevó, cuando el conductor de un auto que venía tratando de rebasar a otro vehículo cuando no debería haberlo hecho, se vino hacia mí y me vi forzado a salirme de la carretera.

Ayer 19 de septiembre a la 1:14 p.m. en México, muchos creyentes estuvieron atrapados en medio de un gran terremoto, y admitieron que el pánico se apoderó de ellos cuando esto ocurrió.  Y posiblemente hoy muchos otros en el Caribe, estén sufriendo por causa de los huracanes violentos y de seguro en algún momento no sintieron la confianza de poder seguir adelante.

Las personas que han sobrevivido a bombardeos intensos dicen que cualquiera que diga que no tenía miedo en un momento como ese, es un mentiroso o un tonto. También quienes han tenido un accidente o han sido víctimas de un asalto o cualquier otro acto violento, han sufrido y han tenido temor. No es un pecado sentir pánico o terror, en una situación potencialmente mortal.

Durante una repentina y violenta tormenta, los discípulos fueron reprendidos suavemente al mostrar su “poca fe”, ya que debieron haber sabido que nada les pasaría, mientras Jesús estaba en su barco.   Sin embargo, ellos hicieron lo correcto al llamarlo a Él: “Señor, ¡sálvanos!” (Mt. 8:25).

Cuando seas presa del miedo, piensa en Dios y conscientemente confía en Él.  El salmista dijo: “Pero cuando tenga miedo, en ti pondré mi confianza.” (Sal. 56: 3).

  1. Recuerda, camina hoy en la fe del Señor; no hay enemigo, ni volcán, ni tormenta, ni terremoto que pueda hacerle frente a Él. Debido a que has confiado en Su Palabra,  debes creer que Él está cerca de ti.
  2. La fe puede romper el dominio del miedo.

HG/MD

“Pero cuando tenga miedo, en ti pondré mi confianza” (Sal. 56:3).