Lectura: Gálatas 3:26-4:7

Cuando caminamos por nuestros vecindarios a menudo las personas nos identifican con nuestras profesiones, algunos se referirán de las siguientes formas: “Buen día doctor”, “¿Cómo está licenciada?” De otros dirán: “Ahí va la maestra”, “Ese señor trabaja en la empresa ZW”, “Esa es la secretaria del Ministerio”, “Esa señora es conductora de taxi”, etc.   Todos tenemos pequeños títulos que los demás usan para identificarnos.

El Señor les hizo a sus discípulos una pregunta muy similar en cuanto a él: “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Marcos 8:27).  Algunos pensaban que era Elías resucitado o un profeta.  Pero uno de ellos que le conocía de una mejor forma dijo: “¡Tú eres el Cristo!” (v.29). Ese es el verdadero título que identifica a Jesús, el Salvador.

Al pensar en esto, pregúntate, ¿cómo te llaman quienes te conocen mejor?  ¿Será que dicen: “Ahí va una persona que sigue a Jesús?”  La respuesta a esta pregunta dependerá de cómo trates a los demás, cómo te comportes, de la forma cómo hagas tu trabajo, de la manera en que trates a tu familia.

El apóstol Juan dijo lo siguiente: “Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).  El ser hechos y ser reconocidos como hijos e hijas de Dios, es el resultado del sacrificio de Cristo en la cruz, y el resultado debe ser una vida que refleje el carácter y prioridades de Cristo.

  1. Quienes estaban más cerca de Jesús sabían que él era el Salvador. ¿Las personas a tu alrededor saben que le perteneces a Jesús?
  2. ¿Deseas que otros te reconozcan como hijo o hija de Dios? Entonces debes vivir acorde a su carácter y prioridades.

HG/MD

“Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).