Lectura: Números 14:26-35

Se cuentan muchas historias sobre los primeros inmigrantes de América; en una de ellas se cuenta de los pioneros en Canadá, quienes se habían visto obligados a refugiarse en un fuerte que tenía las condiciones mínimas para su subsistencia. Ese invierno fue tan inclemente que les impidió salir por muchos días, con lo cual sus suministros cayeron a niveles apenas suficientes, y obligó a dos de ellos a salir por provisiones a una ciudad cercana aprovechando una mejoría en el tiempo.

Luego de un par de días de caminata y de un tiempo no tan malo, pudieron llegar a su destino. Esperanzados dispusieron su regreso a casa; sin embargo, luego de unas horas de caminar el tiempo volvió a empeorar, les asoló una fuerte ventisca y el cielo se oscureció; apenas podían soportar su carga a cuestas pero aun así siguieron, ya que ellos sabían la condición de sus familias en aquel lejano fuerte.

Caminaron toda la noche, pero llegó el momento en que tuvieron que buscar resguardo de aquella poderosa tormenta, pues sintieron que sus fuerzas los habían abandonado; cómo pudieron buscaron el resguardo tras una arboleda y encendieron un fuego que apenas los calentaba. La segunda noche llegó y no sabían con seguridad a cuanta distancia se encontraban su destino final.  Por fin la tormenta empezó a ceder y dio lugar a los rayos de un sol tenue que calentó sus adoloridos huesos; para su sorpresa el fuerte se encontraba a tan sólo unos cuantos cientos de metros de donde se habían detenido, ¡estaban tan cerca pero tan lejos!

En el capítulo anterior a nuestra lectura devocional, nos encontramos con una situación muy similar, los israelitas estaban en la frontera de su anhelada Tierra Prometida (Números 13).  Tanto Caleb como Josué, dos hombres valientes, habían traído buenas noticias sobre las maravillas y la gran fertilidad de aquellas tierras y alentaron al pueblo a poseerlas ya que el Señor se las había entregado (Números 13:26-30).  Pero el pueblo dudó y con esto se condenó a sí mismo a caminar durante 40 años de peregrinación y muerte en el desierto (Números 14:28-30).  Ellos también estuvieron muy cerca pero a la vez lejos de su hogar.

  1. Quizás hayas oído hablar del amor de Dios por ti, pero aun no has puesto tu fe en Él. Si es así, también tú estás tan cerca pero tan lejos de disfrutar de una vida nueva que sólo se encuentra en Jesús (2 Corintios 5:17).
  2. Este es tu momento decisivo, puede que no tengas otra oportunidad. Cree en Jesús como tu Señor y Salvador.

HG/MD

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)