Lectura: Colosenses 3:5-9

Al limpiar las repisas de cristal donde se ubican algunos libros, me pregunté, ¿cómo puede ser posible que haya tanto polvo tan rápido, si limpié ese mismo lugar tan sólo hace una semana? Rápidamente mi esposa me dijo: “limpiar es un estilo de vida, no es tan sólo un acontecimiento”.

Por supuesto, sé que ella tiene toda la razón; sin embargo, cómo me cuesta admitirlo, yo quisiera limpiar y que quedara limpio por muchas semanas.  Pero hay una verdad, el polvo y la suciedad no se rinden tan fácilmente, partícula por partícula el polvo vuelve a ocupar los espacios que hace poco tiempo estaban limpios.

El pecado es como ese polvo que ensucia nuestras casas.  Quisiéramos eliminarlo por completo por medio de nuestro arrepentimiento.   Pero el pecado no se rinde tan fácilmente.  Pensamiento por pensamiento, decisión tras decisión, los malos deseos y actitudes erróneas vuelven.

En nuestra lectura devocional el apóstol Pablo les dijo a sus lectores en la ciudad de Colosas, que debían deshacerse de: “…ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras groseras de su boca” (Colosenses 3:8).  Adicionalmente, dijo a los creyentes de la ciudad de Éfeso lo siguiente: “Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo” (Efesios 4:26).

Gracias a la muerte y resurrección de Jesús, ya no hay necesidad de los sacrificios de la ley.  Pero la necesidad de reconocer nuestros errores y arrepentirnos de ellos continua con nosotros; tal como nos lo recomendó el apóstol Pablo, estar consciente de las malas costumbres que afectan nuestra vida como creyentes, no hará que desaparezcan de repente, estos malos hábitos deben sustituirse por otros: “…todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen” (Filipenses 4:8)

  1. ¿Hay suciedad en tu vida? Deja que el Espíritu Santo te ayude a limpiarla, cambiar tus malos hábitos y sustituirlos por nuevos; “limpiar es un estilo de vida, no es tan sólo un acontecimiento” (1 Tesalonicenses 4:3-7).
  2. La oración diaria, la lectura de la Palabra de Dios, y compartir con otros lo que has aprendido, harán que tu vida como creyente crezca diariamente.

HG/MD

“Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo” (Efesios 4:26).