Lectura: Mateo 15:1-20

Estaba comiendo en un restaurante de comidas rápidas, cuando noté que entraba un hombre con un bastón blanco.  Mientras caminaba ponía la mano en el hombro de un muchacho en quien parecía tener una confianza total para guiarlo.

Nuestro Señor se refirió a líderes en quienes no debíamos confiar, los llamó “hipócritas”, eran ciegos que guiaban a otros ciegos (Mateo 15:7-14). El problema de estos líderes religiosos escribas y fariseos, era que enseñaban tradiciones humanas en lugar de enseñar lo que indicaba la Palabra de Dios (Mateo 15:3-9).

En estos días también hay muchas voces en los medios de comunicación, púlpitos  y en redes sociales que dicen: “Síganme a mí, yo soy el que tengo la verdad”. Desde sus días, el apóstol Juan sabía que este tipo de situaciones se presentarían en las iglesias de su tiempo; y ni que decir de nuestros días, él nos advirtió: “Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben si los espíritus son de Dios. Porque muchos falsos profetas han salido al mundo” (1 Juan 4:1).

Te preguntarás: ¿Cómo se prueban los espíritus? Haciendo simples preguntas:

  • ¿ La persona que está hablando refleja la vida de Cristo? (Romanos 12:1-2)
  • ¿Proclama el mensaje de salvación por gracia, por medio de la fe en la obra redentora de Cristo, y no por obras que el ser humano pueda hacer? (1 Corintios 9:16).
  • ¿Reconoce su dependencia de Dios y enseña que solamente Jesús es el camino, la verdad y la vida? (Juan 14:6).

Si las respuestas a estas simples preguntas son negativas, estamos ante una persona ciega y por ende quienes la sigan, están siendo dirigidos por un ciego.

  1. Tengamos siempre el cuidado de examinar a las personas en quienes hemos confiado para ser nuestros líderes.
  2. Un verdadero líder conoce el Camino, enseña el Camino y anda por el Camino.

HG/MD

“Sean ustedes imitadores de mí; así como yo lo soy de Cristo” (1 Corintios 11:1).