Lectura: Hechos 8:26-38

Llovía a cantaros afuera cuando Marcia, la directora del Colegio Cristiano Jamaiquino para Sordos le habló a nuestro grupo. 34 adolescentes y varios adultos estaban visitando el colegio. Pero una de nuestros estudiantes no estaba distraída por la lluvia o por los niños que corrían por la habitación.

Esa adolescente escuchó a Marcia decir, “Mi sueño para estos chicos es tener un patio de recreo.” Ella cogió esa frase, y movida por el Señor, la convirtió en una idea. Más tarde ese mismo día, ella me dijo, “Debemos regresar y construirles un patio de recreo.” Había nacido una oportunidad para el servir.

Poco más de cuatro meses después, en otro día lluvioso en Jamaica, tuvimos una celebración en ese mismo salón. Acabábamos de armar un patio de recreo de madera -completo con toboganes, una escalera, barras escaladoras, columpios, fortines y un trapecio. Una estudiante aprovecho una oportunidad, y se cumplió un sueno.

¿Cuán a menudo Dios nos mueve a entrar en acción para satisfacer las necesidades de los demás y dejamos pasar la oportunidad? ¿Cuántas veces el Espíritu nos empuja suavemente a decir o a hacer algo en el nombre de Jesús y nos quitamos el llamado de encima?

  1. Al igual que Felipe en Hechos 8, honremos al Señor respondiendo con acciones.
  2. Aprovechemos cada oportunidad que Dios nos da para servir a los demás en Su nombre.

NPD/JDB