Lectura: Hebreos 4:1-16

Entre los años 1861 hasta 1865 los Estados Unidos vivieron una de las guerras civiles más cruentas de toda la historia, fue una guerra entre los estados del norte contra los estados del sur.  Cuando todo terminó, los dos bandos regresaron a sus vidas normales, pero algunas personas se mantuvieron escondidas por muchos años viviendo de los frutos del bosque y de la agricultura de subsistencia, no sabían que la guerra había terminado o creyeron que las noticias que les llevaron no eran verdaderas, y por ello se mantuvieron viviendo con muchas limitaciones a pesar de que podían haberse ido de nuevo a sus casas y retomar su vida.

En ocasiones ocurre algo similar con algunas personas. El Señor hizo la paz entre Dios y los hombres al morir en la cruz cuando tomó nuestro lugar, pagó con su muerte la pena que había sobre cada uno de nosotros, y debido a ello todo aquel que acepte su sacrificio y decida seguirlo como su Señor y Salvador será perdonado. Por ello es muy triste cuando algunos se niegan a creer en el evangelio y continúan siendo fugitivos espirituales, viviendo como si no existiera una solución a su principal problema: el pecado.

Es aún más triste, que a pesar que muchos han depositado su confianza en Jesús, continúan viviendo al mismo nivel.   Ya sea por ignorancia o falta de disposición, no estudian ni creen las promesas que Dios tiene para nuestras vidas (Gálatas 5:22-23)   No experimentan el gozo (Romanos 15:13) y confianza (Hebreos 4:16) que deben acompañar a la salvación.  No entienden que ahora tienen acceso ilimitado al consuelo de Dios (2 Tesalonicenses 2:16) y la paz (Filipenses 4:7) que sólo el Señor puede brindarnos.  Como creyentes somos el objeto de su amor (Juan 3:16), su cuidado (1 Pedro 5:7) y provisión (Salmos 132:15); sin embargo, algunos viven como si fueran huérfanos.

  1. ¡Créelo el Señor te quiere dar su amor, consuelo y cuidado; ha terminado la guerra, vuelve a casa!
  2. La victoria de Jesús sobre la muerte es nuestro gozo y esperanza.

HG/MD

“Y vino y anunció las buenas nuevas: paz para ustedes que estaban lejos y paz para los que estaban cerca” (Efesios 2:17)