Lectura: 1 Pedro 1:3-21

Una prueba muy particular aplicada a metales preciosos es conocida como la «prueba ácida».  Esta prueba adquirió mucha popularidad en tiempos de la fiebre de oro.  La prueba consiste en aplicar ácido nítrico a un objeto constituido por oro, con el fin de determinar si es genuino o no.  Si es falso el objeto tendrá una reacción evidente y fisica de deterioro sobre el material, si es genuino el objeto no es afectado.

Desde el punto de vista divino sucede algo semejante en 1 Pedro 1:7, se expresa lo siguiente: «El oro es perecedero y, sin embargo, se prueba en el fuego; ¡y la fe de ustedes es mucho más preciosa que el oro!», nuestra fe es algo muy valioso y por lo tanto necesita ser probada.  Estas pruebas aunque extremas al final son positivas, pues lo que busca el Señor es trabajar en nuestras vidas, con el fin de revelar una fe genuina, no para exponer una fe falsa.

En tiempos complicados podríamos sentirnos abrumado, por el temor de que nuestra fe se descomponga o no sea suficiente.  Contaba Ronald Dunn, (1936-2001) el cual fue un creyente que a lo largo de su vida sufrió grandes tragedias personales y que sabía por experiencia personal lo que se siente estar presionado por estas situaciones, él escribió lo siguiente: «Señor, por qué permites que suceda esto?»  A lo anterior concluía diciendo: «Es bueno recordar que Dios no es un incendiario, sino un refinador»

1. Si estas pasando por una prueba de tu fe, puedes regocijarte, porque podría ser exactamente lo que Dios desea usar para purificarte y fortalecerte.

2. Recuerda Dios no es un incendiario, es un refinador.

NPD/JY