Lecturas: Mateo 19:13-15; Marcos 10:13-16; Lucas 18:15-17.

 

Jesús ya se ha referido en ocasiones anteriores a las situaciones totalmente injustas a las que eran sometidas las mujeres en esas épocas, y aquí se nos muestra un nuevo ejemplo del menosprecio que en esos tiempos se tenía para con los niños y las mujeres que los traían para que Jesús los bendijera.

 

Seguramente para la mente humana de sus discípulos, aquellos niños eran de poco valor para Su Maestro y es por eso que reprenden a sus padres por intentar que Jesús perdiese su valioso tiempo orando y mostrando un poco de ternura, por medio de la imposición de sus manos en ellos.  Quizás algunas de estas madres querían que Jesús tocara a sus hijos para que fueran sanados, o para bendición por parte de aquel maestro; en la cultura judía como en la nuestra, es muy común que los padres deseen bendiciones para sus hijos, por lo que no es de extrañar esta situación.

 

La reacción del Señor no fue la esperada por sus discípulos.  Pensemos por un segundo: los niños son el mejor ejemplo de cómo desea Dios que seamos a la hora de acercarnos a Él, ellos no tienen vergüenza de mostrarse tal y cómo son, en ocasiones sucios o llenos de sudor, llegan donde sus padres a abrazarlos fuertemente o darles un beso no importando si con esto los ensucian.  Expresan lo que piensan y sienten, su arrepentimiento es genuino cuando son enfrentados antes sus errores y sobre todo tienen una fe simple y verdadera, confían su vida a sus Padres y son completamente dependientes.

 

Estos niños al igual que todos, debían tener la posibilidad de ser presentados ante Jesús (Ven y ve), estos eran en ese momento inocentes aún, pero pronto estarían conscientes de sus pecados y merecían la oportunidad de acceder al reino de los cielos y conocer al autor de la vida.  Finalmente Jesús pone sus dulces y poderosas manos sobre ellos y sigue su camino.

 

 

  1. Todos de alguna forma hemos deseado haber tenido la oportunidad de ser bendecidos por Jesús en persona. Les tenemos una noticia: hoy seguimos teniendo la oportunidad de presentarnos ante Él humildemente, con un corazón humillado, todo esto por medio de la oración, gracias a la cual tenemos acceso a Su trono de gracia. “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” Hebreos 4:16.

 

  1. Tu fe debe ser igual a la de un niño: simple, verdadera y dependiente.

 

MD/HG

 

Jesús: Enseña sobre la fe. “Jesús dijo: Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos.”  Lucas 18:14.

 

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.