Lectura: 1 Corintios 4:1-5

Por lo general la atención se centra en personas que son muy visibles, muy carismáticas o de mucho éxito.  Sin embargo, de vez en cuando nos encontramos en nuestro camino a personas ordinarias que fueron reconocidas no por razones vistosas, sino por muchos años de servicio abnegado, responsable y fiel, en labores habituales tales como: limpieza, resguardo, trabajadores generales, dependientes de tiendas.

Esta clase de confiabilidad y responsabilidad por lo general pasa desapercibida, pero es un ejemplo vivo de cómo deberíamos actuar en nuestra relación con Dios y en nuestras vidas ordinarias.  Una de las cosas que más se nos dificulta a los seres humanos es la consistencia, ya que este comportamiento puede ser poco llamativo pues conlleva disciplina, lo cual es parte del éxito en la vida cristiana.

El apóstol Pablo escribió en 1 Corintios 4:2 lo siguiente: “Ahora bien, lo que se requiere de los mayordomos es que cada uno sea hallado fiel”.  El término mayordomo también puede traducirse como administrador, por lo consiguiente Pablo nos desafía a vivir fielmente para Cristo “…hasta que venga el Señor, quien a la vez sacará a la luz las cosas ocultas de las tinieblas y hará evidentes las intenciones de los corazones. Entonces tendrá cada uno alabanza de parte de Dios” (v.5)

  1. Ya sea que nuestro servicio al Señor lo reconozcan los demás o no, nuestra responsabilidad es la misma, serle fiel.
  2. Dios no se fija en las cifras o en la popularidad sino en la fidelidad, y Él a su debido tiempo nos recompensará.

HG/MD

“Ahora bien, lo que se requiere de los mayordomos es que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2)