Lectura: Isaías 28:23-29

Todos hemos pasado por tiempos difíciles y por supuesto también hemos dicho en ciertos momentos: “¿Para qué sirve todo este dolor?”  Y nuestra respuesta humana siempre es: “¡Yo no!”  Pero al leer nuestra lectura devocional, entiendo esa forma de pensar, demuestra que la mayoría de las veces nuestra visión es de muy corto plazo.  La idea no es que busquemos sufrir, pero cuando las dificultades se presentan en nuestra vida son una forma que el Señor utiliza para cambiarnos, probarnos y que logremos madurar.  En las sabias manos de Dios los problemas pueden ser una herramienta para producir el tan necesario crecimiento.

En los versos de Isaías 28:23-28, el profeta nos comparte una parábola titulada por muchos: “la parábola del Sembrador”, en ella se insta al pueblo a entender cómo el Señor obra en nuestras vidas a través de los tiempos difíciles: “¿Acaso para sembrar el labrador solo ara, rompe y deshace los terrones de tierra durante todo el día?” (v.24). El sembrador es hábil con el arado y sabe lo que tiene que hacer para conseguir que aquella tierra con la que trabaja con arduo esfuerzo dé los frutos deseados.  Si el suelo pudiera hablar quizás diría: “¿Por qué rompes mi paz, por qué destruyes mi estabilidad, por qué no me dejas quedarme tal y como me encontraste?”  Pero este no es un dolor en vano, el profeta Isaías nos recuerda que al igual que el sembrador, el Señor trabaja en nuestra vida con medidas oportunas y dolorosas en algunos momentos, con tal de que en un futuro podamos dar las mejores cosechas.

Así que debemos estar confiados cuando naveguemos por el mar de las dificultades, ya que estas circunstancias proceden “del Señor de los Ejércitos, maravilloso en designios y grande en logros” (v.29).

  1. Dios está trabajando en la tierra de nuestra vida, tiene un propósito definido que es producir en nosotros “fruto apacible de justicia” (Hebreos 12:11)
  2. Cuando confiamos en nuestro Señor, el dolor es una oportunidad de crecimiento que además es útil para demostrar que dependemos totalmente de nuestro gran Dios y Señor Jesús.

HG/MD

“Al momento, ninguna disciplina parece ser causa de gozo sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11)