Lectura: Lucas 9:51-56

Jesús estaba atravesando Samaria de camino a Jerusalén. Envió mensajeros delante de Él para preparar un lugar, pero los habitantes de la ciudad lo rechazaron.

Cuando Santiago y Juan supieron del rechazo, echaron chispas, “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?” (Lucas 9:54). Acababan de haber estado en el Monte de la Transfiguración y habían visto a Su Señor con Moisés y Elías. Sin duda recordaron la historia de Elías que clamó que cayera fuego del cielo (1 Reyes 18:36-38). Pero cuando pidieron un fuego consumidor, Jesús los corrigió.

Les dijo, “porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas.” (Lucas 9:56). No es asunto nuestro buscar venganza. Dios aplasta la prensa de uvas de Su ira solo (Is. 63:3). A nosotros nos compete llevar las buenas nuevas de la salvación al mundo.

Pablo escribió, “Nunca os venguéis vosotros mismos, porque escrito está: mía es la venganza, yo pagare, dice el Señor. Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza. No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal” (Ro. 12:19-21). Debemos dejarle la venganza a Dios.

Dios nos llama a tratar a las personas difíciles con amabilidad y a buscar llevárselas a Él.

1. Es una tentación común para los creyentes odiar a los que rechazan el evangelio de plano, o violentamente, comúnmente juzgamos a Juan y Santiago, pero nuestro comportamiento es increíblemente similar, tan sólo es que no tenemos conciencia de ello.  Nuestra labor no es convencer a las personas de sus pecados, es tan sólo mostrarles las verdades del plan de salvación y de su condición actual, el Espíritu Santo es el encargado de hacer esto.  ¿Entiendes esta verdad?

2. Cuando entiendas esto, te será más fácil compartir con otros el mensaje de salvación.

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

De pecado, por cuanto no creen en mí;

de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;

y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.  Juan 16:7-11

NPD/DRR