Lectura: Hechos 4:1-20

Al leer el libro de Hechos podemos conocer historias muy interesantes e inspiradoras; por ejemplo, al inicio del libro nos encontramos con creyentes que compartían con otros por doquier, y que con un ánimo increíble mostraban su amor por Jesús agradecidos por lo que el Salvador había hecho por ellos.

En una de estas historias nos encontramos con los apóstoles Juan y Pedro, quienes habían sido arrestados como consecuencia de compartir con otros las buenas nuevas de salvación, a pesar de las amenazas de sus acusadores con las cuales les ordenaban que no debían seguir predicando. Pedro les respondió: “Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20).

Compartir con otros sobre nuestra fe nunca ha sido fácil, quizás por el que dirán, timidez, miedo de no saber responder una pregunta, etc.  Cuando esto nos suceda, recordemos la valentía espontánea de la gente joven, para motivarnos a compartir nuestra fe.

Durante todos los veranos, muchos jóvenes de nuestra iglesia local toman tiempo de sus vacaciones y lo invierten en programas de verano para niños, denominados Kids Games, durante los cuales comparten canciones, juegos, dirigen talleres educativos y deportivos, hacen pequeñas obras de teatro y lo más importante es que comparten su fe en grupos pequeños. Adicionalmente, hay una noche de cierre en la cual se invita a padres y madres para que compartan lo aprendido durante la semana, y gracias a ello las familias enteras pueden oír la historia de Jesús por medio de personas comunes. Gracias a Dios por estos jóvenes que han decidido seguir a Cristo y que nos muestran lo sencillo que es compartir nuestra fe con otros.

El apóstol Pedro escribió en su primera carta lo siguiente: “…y estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia” (1 Ped.3:15).

  1. El mejor testimonio que puedes compartir se centra en tres factores, cómo era tu vida antes de Cristo, cuál fue el factor que te hizo pensar en tu necesidad de un Salvador y cómo ha sido tu vida después de Cristo. Vivir la fe en Cristo no es fácil, pero la vivimos con la esperanza maravillosa de una vida al lado del Señor.
  2. Las buenas nuevas del evangelio son demasiado buenas como para no comunicarlas.

HG/MD

“Más bien, santifiquen en su corazón a Cristo como Señor y estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia”  1 Pedro 3:15