Lectura: Mateo 6:1-4

No nos engañemos, en todos existe el impulso de portarnos mal pero sin que otros se den cuenta de lo que hicimos.  Pecar y que nadie sepa lo que hicimos, son socios naturales que se ofrecen en conjunto, y se esfuerzan al máximo para convencernos de que podemos darnos el lujo de hacer algo malo, porque no tendremos que pagar por lo que hicimos.

Nuestros deseos pecaminosos nos tratan de convencer para usar la trampa del anonimato para evitar que se nos eche la culpa de las cosas malas que hacemos. Sin embargo, Dios nos dice otra cosa muy distinta.   Él quiere que usemos el anonimato para evitar recibir el crédito por el bien que hacemos (Mateo 6:4). ¿Por qué será que el impulso por permanecer anónimo, rara vez acompaña nuestro deseo de hacer el bien?

La Palabra de Dios nos dice que no hemos de dejar que una mano sepa el bien que la otra está haciendo (vv.3-4). En otras palabras, dentro del cuerpo de Cristo nuestros actos de caridad deben hacerse sin llamar la atención sobre nosotros mismos. Sin embargo; esto no significa que Dios quiera que las buenas acciones permanezcan ocultas; simplemente, significa que deben hacerse de una manera que le den gloria a Dios y no a nosotros, lo cual humanamente es muy difícil (Mateo 5:16).

Cuando nos ofrecemos como voluntarios para regalar nuestros servicios, o realizamos donaciones a iglesias y organizaciones para hacer bien en el nombre de Jesús, obtenemos algo mucho mejor que la honra de nuestros semejantes.

  1. Cuando servimos en el nombre de Jesús, Él recibe la gloria.
  2. ¡Haz algo bueno no esperado por otro!

HG/MD

Pero cuando tú hagas obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, de modo que tus obras de misericordia sean en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará (Mateo 6:3-4).