Lectura: Levítico 24:1-9

En nuestros días, el pan se ha convertido en otro de tantos alimentos que forman parte de la dieta básica de la mayoría de las personas; no obstante, en tiempos bíblicos tenía un significado más importante, pues era considerado como un símbolo de las necesidades de la vida.

Al entender esto, podemos comprender por qué el Señor mandó a colocar pan en el Lugar Santo del Tabernáculo, “Su casa de símbolos”.  En aquella primera habitación se exhibían 12 hogazas de pan sobre una mesa de oro, todo estaba “delante del Señor” (Lev.24:6).  El simbolismo de estas hogazas le recordaba a Israel, que Dios había provisto para los suyos cuando se acercaban a Él bajo sus condiciones.  Jesús reafirma esta promesa de Dios al proveer para los que tienen hambre y sed de justicia (Mateo 5:6; 6:31-34).

Para nosotros, quienes hemos decidido seguirle, el pan también puede representar la Biblia, así como en la cena del Señor (1 Corintios 11:23-24) o en cualquiera de las provisiones para nuestras necesidades espirituales (Juan 6:51).  El Señor cuida de nosotros y está listo para alimentarnos, pero su oferta también tiene una condición; Dios prometió proveer pan para aquellos que obedientemente han decidido vivir de acuerdo con la voluntad de nuestro Señor, apartándose de los caminos equivocados que ofrece el mundo.

  1. Solo Cristo, el pan de vida, puede satisfacer nuestra hambre espiritual.
  2. Gracias Señor por suplir lo que en verdad necesitamos, al darnos el pan nuestro de cada día (Mateo 6:11).

HG/MD

“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.” (Juan 6:51).