Lectura: Salmos 73:25-28

El salmista no complicaba las cosas: “Y fuera de ti, nada deseo en la tierra” (Salmos 73:25). Todo progreso en la vida espiritual está marcado por nuestro avance hacia esa conclusión, la convicción de que sólo una cosa es necesaria: Dios mismo.

Todo progreso en la vida espiritual es un progreso hacia el conocimiento de Dios y el amor a El avanzando al punto en el que digamos junto con el poeta de Israel: “Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre” (v.26).

Esa perspectiva cambia la manera en que lo vemos todo. El sufrimiento y la adversidad se convierten en el medio por el cual tenemos hambre y sed de Dios. Las decepciones se convierten en las herramientas que hacen que dejemos las ocupaciones terrenales y nos hacen avanzar hacia una preocupación sólo por Dios. Incluso el pecado, cuando nos hemos arrepentido de él, se convierte en un mecanismo para acercarnos más a Él para que podamos experimentar Su amor y perdón. Todas las cosas se vuelven útiles cuando se las ve como el medio para el bien más elevado acercarnos a Dios. «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados»  Romanos 8:28.

Al igual que Pablo, podemos decir, “Sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús” (Filipenses 3:12). ¿Cómo seguimos adelante? Con una respuesta humilde y agradecida a Su amor. Pero todo comienza con Dios. El nos busca para que podamos buscarlo solo a Él.

1. Hoy te desafiamos a que en tu oración diaria le digas a Dios: «Y fuera de ti, nada deseo en la tierra».

2. ¿Qué cosas están obstaculizalizando tu andar con Dios?  ¿Cuál es tu plan para deshacerte de esas cosas?

NPD/DHR