Lectura: Marcos 4:35-41

Durante su ministerio, al Señor le hicieron múltiples preguntas de todo tipo, sin embargo dos de las más significativas las hicieron personas muy cercanas.

La primera fue hecha en medio de una tormenta que amenazaba con hundir la barca en la que viajaba sobre el mar de Galilea, sus discípulos le preguntaron: “… ¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?” (Marcos 4:38).  En otra ocasión, mientras María escuchaba a Jesús atentamente y relajada, Marta salió de la cocina con una muy  mala actitud y le dijo: “…Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado servir sola?” (Lucas 10:40).

Ambas preguntas fueron realizadas por personas que habían visto con sus propios ojos el poder y cuidado de nuestro Señor, y esperaban que interviniese para aliviar sus ansiedades.  Estas personas sentían que el Señor estaba ignorando sus situaciones particulares, es por ello que en ambos casos encontramos una frase de reclamo: “… ¿No te importa…?

Las escrituras no hacen mención del tono con el cual Jesús responde a estos reclamos, pero podemos imaginar que debido a su carácter, su respuesta fue dada usando un tono amable y amoroso, “… ¿Por qué están asustados?…” (Marcos 4:40) y “…Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas…” (Lucas 10:41).

A menudo cuando nos sentimos tristes y afligidos por nuestros problemas, tendemos a caer en los mismos reclamos que hicieron los discípulos y Marta diciendo: “Señor, ¿no te importa?”  Más cuando comprendemos que Jesús está en control de nuestras situaciones y vemos que poco a poco la tormenta desaparece, entendemos que debemos ser más dependientes de nuestro Dios y así de esta forma podremos confiarle todas nuestras preocupaciones.

  1. Hoy puedes confiar tu vida a Jesús, ¡nunca más será igual!

 

  1. A Jesús sí le importas.

HG/MD

“Echen sobre él toda su ansiedad porque él tiene cuidado de ustedes.” (1 Pedro 5:7).