Lectura: Gálatas 6:1-9

Un grupo de muchachos de secundaria decidió que ese viernes no asistirían a las clases programadas para la tarde, y en su lugar irían a disfrutar de un concierto programado en el Centro Comercial cercano al lugar de estudio.

Pensaron que se habían salido con la suya, pero el sábado en las redes sociales del diario de la comunidad hicieron un reportaje de la actividad y publicaron una foto; ¿saben quiénes salían en esa foto?  Los muchachos que se habían ido sin permiso a la actividad aparecían en primera fila. Cuando uno de los padres vio la foto, de inmediato informó sobre lo acontecido a los demás padres de los muchachos involucrados.

La Palabra del Señor nos indica claramente que no debemos engañarnos al tratar de ocultar nuestras maldades.  Puede ser que por un tiempo pensemos que nos hemos salido con la nuestra o que nos hemos burlado del sistema; sin embargo, llegará el día en que inevitablemente serán revelados nuestros errores y deberemos encarar las consecuencias de estas faltas, ya sea en este mundo o en el venidero.  El apóstol Pablo le dijo a los creyentes de la iglesia de los Gálatas las siguientes palabras: “No se engañen; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará” (Gálatas 6:7).

Quizás en este momento luches con un pecado no reconocido delante del Señor, y seguramente en tu corazón te has sentido cada vez peor debido al peso de encubrir ese error, tal como lo reconoce el rey David en Salmos 32:3-5: “Mientras callé se envejecieron mis huesos… Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad… Confesaré mis rebeliones al Señor.  Y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.  Posiblemente te sientas tentado a retomar tus viejos hábitos incorrectos, pensando que nadie se dará cuenta.  Puede ser que tu foto no aparezca en las redes sociales evidenciando tu pecado, pero la Biblia nos dice que no te saldrás con la tuya.

  1. Las semillas del mal pueden sembrarse en secreto, pero sus frutos no se pueden ocultar.
  2. Hoy es un buen día para detenerte y examinar tu vida y tus costumbres; si encuentras algo incorrecto pídele perdón al Señor y que te ayude a cambiar tu camino de ahora en adelante. No te engañes a ti mismo.

HG/MD

“Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: “Confesaré mis rebeliones al Señor”. Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” (Salmos 32:5)