Lectura: Lucas 2:1-7

La vida era dura para Datha y su familia. A los 39 años, tuvo un ataque cardíaco y se le colocó un bypass, y supo que sufría de una enfermedad a las arterias coronarias. Un año después, su hija de 15 años, Heather, quedó paralítica como resultado de un accidente automovilístico. Datha renunció a su empleo para cuidar de Heather, y las cuentas comenzaron a apilarse. Pronto estarían enfrentando el desalojo. Datha estaba tan molesta con Dios que dejó de orar.

Luego llegó la Nochebuena del 2004. Una joven tocó a la puerta de Datha. La muchacha le deseo una “Feliz Navidad”, le dio un sobre, y se alejó rápidamente. Dentro había un regalo que cubriría las necesidades de vivienda de Datha durante todo el año siguiente. La nota adjunta decía, “Por favor, acepte este regalo en honor al Hombre cuyo cumpleaños celebramos esta santa noche. Hace muchos años, Su familia también tuvo problemas para conseguir refugio.”

Lucas 2 nos cuenta la historia de José y María cuando buscaron un refugio para que María pudiera dar a luz a su bebé. Encontraron un lugar con los animales. Años más tarde, Jesús dijo de Sí mismo, “El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Mt. 8:20).

Jesús entendía los problemas de Datha. Le trajo esperanza y satisfizo sus necesidades por medio de otras personas que contribuyeron con fondos.

Todos podemos echar nuestras preocupaciones sobre Él (1 Pedro 5:7). En Cristo, encontramos refugio (Sal. 61:3-4).

1. No había lugar para ellos en el mesón, ¿pero en un corazón?

2. Dale gracias a Dios también por los tiempos de necesidad en tu vida, pues ellos te enseñan a ser más dependiente de Dios.

NPD/AC