Lectura: Proverbios 14:8-21

Era la hora de la decisión final y Jim Thomas tenía la convicción de que al hombre a quien estaban juzgando no era culpable y por ello trataba de convencer a sus compañeros del jurado.  Luego de muchas horas de deliberar, Jim se cansó, y cediendo en su posición, procedió a votar con la mayoría.  No obstante, luego de emitirse el veredicto de culpable, no podía dejar de pensar en que había contribuido a condenar a un hombre a quien en lo más profundo de su ser consideraba inocente.

Utilizando su propio dinero, Jim contrató a un abogado para proceder con el proceso de apelación de la condena.  A los pocos días de iniciar el juicio por apelación, la supuesta víctima admitió que había mentido y pusieron en libertad al que había sido condenado.  Jim dijo: “Yo era miembro del jurado y contribuí a hacer un daño, tenía que corregirlo.”

Esta historia nos debe hacer meditar sobre la facilidad con la que tendemos a ignorar nuestros errores y nuestra falta de valentía; utilizamos frases como: “Yo no puedo enfrentarme al sistema” o “ya no se puede hacer nada más”.  Debemos pensar en cuántas veces le hemos fallado a otros o no hemos hecho lo suficiente, rindiéndonos antes de tiempo sin corregir nuestros errores.

El libro de Proverbios 14:9 nos dice: “Los insensatos se mofan de la culpabilidad, pero entre los rectos hay buena voluntad”.  Para una persona sin Cristo, hacerle daño a su semejante es algo sencillo y en realidad no le afecta mucho, pero para los creyentes, la integridad y el carácter de Cristo en nosotros (Col.1:27), siempre nos debe hacer recapacitar sobre la necesidad de corregir nuestras acciones injustas.

  1. Si le has hecho daño a alguien, anda, apresúrate y corrígelo con rapidez, afrontando las consecuencias por tus acciones.
  1. Cuando no enmendamos un error, estamos en realidad cometiendo dos errores.

HG/MD

“Los insensatos se mofan de la culpabilidad, pero entre los rectos hay buena voluntad” Proverbios 14:9