Lectura: 1 Samuel 21:10-22:2

Mientras miraba el correo electrónico, un correo que provenía de una organización caritativa llamó mi atención, decía lo siguiente: “Necesitamos sus desechos”.  El significado de aquel interesante mensaje era que ellos se llevarían lo que yo no necesitaba; la campaña se centraba en que esa organización estaba dispuesta a recolectar artículos y electrodomésticos de segunda mano, en muy buen estado, para venderlos a precios muy módicos, con el fin de continuar con su labor de ayuda social a gente necesitada.

Al pensar en esa campaña de recolección de “desechos”, recordé algo que había leído en el libro de 1 de Samuel 21, el cual nos relata las aventuras de un grupo de hombres desesperados que comprometieron su lealtad a un rey no coronado, quien estaba en fuga para salvar su vida.  Los 400 hombres que se reunieron con David en la Adulam, no estaban pasando por una situación sencilla o cómoda, más bien tenían muchos problemas y estaban desalentados.

De cierta forma, en general también los creyentes somos una colección de personas que estábamos desesperadas y sin solución para nuestra vida, que respondimos a la invitación personal que nuestro Señor nos hizo: “Vengan a mí” (Mateo 11:28).  Por la fe hemos reconocido que Jesús es nuestro Capitán, Salvador, Líder y Dios.  Llegamos a su encuentro tal y como somos, para poder llegar a ser lo que Él quiere que seamos.

  1. Si ahora mismo sientes que tu vida no tiene sentido y literalmente en ocasiones te sientes como un “desecho” de la sociedad, puedes acudir a Jesús, quien siempre da la bienvenida a los casos “perdidos” y les da nueva vida.
  2. Nuestro Señor vino para salvar a los condenados, olvidados y despreciados.

HG/MD

“Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28)