Lectura: Job 14:1-22

Un soldado estaba inmerso en una misión en el campo de batalla, estaba un poco decepcionado porque llevaba unas cuantas semanas sin recibir correspondencia, ni mensajes desde su país.  Durante uno de los tiempos de descanso de su labor detrás de las líneas de batalla, un mensajero del ejército llegó con un sobre y se lo entregó.  Dentro había una factura por 30 dólares y una nota que decía: “Si no paga en 10 días se verá en serios problemas”.  Imaginemos la cara de aquel soldado y la sonrisa que tuvo que haber dibujado en la cara de esa persona.

Los problemas pueden presentarse en todo tipo de tamaños y presentaciones, desde las pequeñas crisis, como la pérdida de un poco de dinero, un fallo mecánico de nuestro auto, hasta los más serios como la perdida de trabajo, la enfermedad de un ser querido o una deuda creciente y fuera de control.   Los problemas tienen un factor común, la acumulación, ya que poco a poco tienden a ser más grandes y más difíciles de manejar, hasta llegar a un punto de quiebra.

En Job 13:19, este hombre sufrido nos dijo: “…Pues si ahora yo callara, expiraría”.  Job se veía a sí mismo como un hombre bueno y justo, y por ello, en algún momento de su vida empezó a pensar, ¿por qué había perdido a sus bueyes, asnas, ovejas, y camellos? ¿Por qué habían matado a sus siervos y por qué sus 10 hijos habían muerto trágicamente? ¿Por qué estaba sufriendo físicamente?

Aunque Job empezó muy bien su travesía por el valle de muerte por el cual estaba transitando, llegó a un límite en el cual empezó a dudar de Dios, acusándolo de destruir la esperanza del hombre (Job.14:18-22).  Dios finalmente le contestó a Job, más nunca le brindó la razón por la cual estaba sufriendo aquella terrible prueba en su vida.  Por el contrario le desafía fuertemente a que le explique los misterios del mundo en el cual vivimos.  Job que no era un hombre tonto, rápidamente dedujo el mensaje que Dios quería que entendiera y llegó a la conclusión que debía dejar que Dios fuese Dios (Job 38-42).

  1. Debemos dejar que Dios tome el control de nuestros problemas, aceptando las consecuencias por nuestros actos, pero sabiendo que Dios nos perdona si acudimos a Él.

 

  1. Puede ser que Dios no nos brinde las respuestas que queremos, pero siempre nos dará abundantemente de Su gracia.

 

HG/MD

“El hombre, nacido de mujer, es corto de días y lleno de tensiones.” (Job 14:1)