Lectura: Deuteronomio 6:13-19

Cuando el golfista profesional Paul Azinger se dio cuenta en 1993 que tenía cáncer, dijo: “Yo estaba en shock.  Yo había pensado que el Dr. Jobe me decía que habían descubierto algún tipo de infección rara en mi hombro o incluso una fractura por estrés. La única palabra que nunca esperé oírle decir era cáncer”.

La buena noticia es que era curable.  Después de algún tiempo fuera de la tour profesional de golf debido a los tratamientos de quimioterapia y radiación, el hombre quedó totalmente libre de cáncer y regreso a jugar profesionalmente.

Ahora después de muchos años y siendo analista de golf y ocasionalmente jugador, cuando la gente le preguntaba, si el golf sigue siendo importante para él, dice: «Sí y no.  Sí, por supuesto, el golf es importante para mí. Me encanta el juego; es como me gano la vida. Pero no, el golf ya no ocupa la parte superior de mi lista de prioridades. Mis prioridades ahora son Dios, mi familia, mis amigos, y el golf.  Golf ya no es mi dios. El golf es simplemente golpear una pequeña bola blanca. Dios es mi Dios, y Dios es mucho más grande que el golf”.

Para Azinger una enfermedad grave le hizo poner las cosas en perspectiva.  El primer lugar le pertenece al Señor; y NADA en nuestras vidas debe estar por encima de Él (Deuteronomio 6:13-19).

1. Haz a Dios el número uno en tu vida, y tu pasatiempo más querido en la tierra tan sólo se convertirá en algo importante, pero no trascendente para ti.

2. Un ídolo es cualquier cosa que tome el lugar de Dios.

NPD/DCE