Lectura: 1 Pedro 3:1-7

Marcel Marceau (1923-2007), era un maestro de la pantomima, y una vez le preguntaron cuál era la diferencia entre una actuación regular  y la pantomima.  La respuesta de Marceau fue interesante, dijo lo siguiente: “En el caso del actor malo, las palabras están ahí, incluso si el actor no es bueno.  Pero cuando un pantomimo no es bueno, no queda nada.  Un pantomimo debe ser muy claro y muy fuerte.”

Lo mismo se puede decir del testimonio cristiano.  Si el testimonio verbal de un creyente es rechazado, puede ser sabio que no diga más.  Pero es entonces cuando ese silencio debe hablar tan claramente que nadie puede confundir el mensaje.

Por ejemplo, en el caso de pareja de casados, el apego a su fe en Dios de la esposa, debe ser tan claro como el agua para su esposo incrédulo, de manera que él pueda ser ganado para Cristo aun “sin palabra” (1 Pedro 3:1-2).  Pedro recuerda a los esposos que vivan con sus esposas con sabiduría y honor (1 Ped.3:7).  Si la esposa es la que necesita un testimonio sin palabra, entonces el carácter del esposo y su manera de tratarla deberían reflejar su relación con Cristo.

Estas verdades se aplican a todo creyente, casado o no.  Si nos encontramos en una situación en la que nuestras acciones solas tienen que hablar, cerciorémonos de que hablen alto y claramente para Dios.

  1. Cuando nuestras vidas honran a Cristo, hasta el silencio es elocuente.

 

  1. Tu testimonio de vida, el cual debería mostrar lo que Cristo ha hecho en ti, habla veces más fuerte que mil voces.

NPD/MRD