Lectura: Colosenses 3:12-17

Un día asistí a una iglesia que tenía el servicio de interpretación para personas con limitaciones de audición. En medio de la adoración dominical, durante el espacio de alabanza para nuestro Señor, se produjo un momento donde sólo se entonaban las notas de la canción mediante los instrumentos musicales; sin embargo, me llené de intriga al ver que el traductor por medio de este lenguaje especial, seguía realizando toda una serie de señales y gesticulaciones.

Cuando terminó todo el servicio, me acerqué a él y le pregunté sobre lo que estaba haciendo durante el espacio instrumental de la adoración. Su explicación fue muy sencilla y muy conmovedora al mismo tiempo, me dijo que había estado comunicándoles a las personas con esta limitación, sobre la historia de la canción que se estaba interpretando, expresaba su alabanza a Dios y les compartía a su auditorio un poco de lo que vendría a continuación, el momento de predicación de la Palabra de Dios.

La música instrumental en una canción pueden ser un espacio en blanco para las personas con discapacidad auditiva, así que en lugar de no hacer nada, este hombre pensó que haciendo esto enriquecía más la adoración que merece nuestro Señor, a pesar de que ellos no pudieran oír nada.

Al pensar en esta situación, lo que leímos en nuestra lectura devocional se hace más vivo: “La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en su corazón.” (Colosenses 3:16).  A medida que permitimos que la Palabra de Dios cale en nuestros corazones, compartir nuestra experiencia espiritual con otros será más natural y enriquecedora para nosotros, y de bendición para quienes nos escuchan.  Las palabras de aliento, instrucción y alabanza, serán cada vez más comunes sin importar el entorno, con quien estemos, o en cual lugar, sea en la casa, trabajo, centro de estudio, etc.

  1. Alentar a otros con la Palabra de Dios, es como si estuvieras interpretando para ellos la melodía más maravillosa que hayan escuchado.
  2. Permite que la Palabra de Dios llene tu corazón y guíe tus palabras.

HG/MD

“La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en su corazón.” (Colosenses 3:16).