Lectura: Mateo 6:1-18

Una mujer estaba emocionada de tener la visita a una antigua compañera de cuarto de universidad que vivía en otra parte del país. Al escuchar la historia de su amiga, se sintió conmovida por los problemas que su invitada enfrentaba como madre soltera que luchaba por mantener las cosas en su lugar.

La anfitriona decidió hacer algo para ayudarla.   Ella consiguió el teléfono de una amiga de su amigo que asistía a la misma iglesia y le habló con respecto a su preocupación. Las personas en esa ciudad a 2.000 millas de distancia de inmediato se pusieron a trabajar. Limpiaron la casa de la mujer.  Pusieron abarrotes en los estantes y llenaron la nevera con comidas preparadas.

Cuando la mujer llegó a su casa, se sorprendió por lo que había sucedido. Y sin saber quién había cuidado de ella y por qué lo había hecho, lo único que pudo hacer fue dar la gloria a Dios.

Eso es un gran modelo de cómo nuestro trabajo para el Señor debe ser hecho, no para que  nosotros recibamos el honor y la alabanza, sino dejar que Dios reciba la gloria. En Mateo 6, Jesús dio pautas para hacer “obras de caridad”. Deben ser hechas sin demostraciones públicas y sin llamar la atención.

1. No es fácil dar la espalda a los aplausos, después de hacer algo por los demás. Sin embargo, si queremos hacer la obra de Dios a su manera, lo haremos. Con ello, nos aseguraremos de que Dios reciba el crédito.

2. No hay límite para el bien que podemos hacer, si no nos importa quién se lleva el crédito.

NPD/DB