Lectura: Jeremías 6:1-20

Rara vez anhelo «los buenos y viejos tiempos.» La calidad de los coches de hoy en día, por ejemplo, es muy superior a las primeras generaciones, un modelo de 1935 tenía múltiples problemas mecánicos y de eficiencia debido a que no existían las experticias actuales y algunas de sus piezas tenían vidas útiles muy cortas. Cuando alguien dice: «Ellos no los hacen como antes», le respondo: «Estoy muy feliz de que no lo hagan.»

Hace mucho, sin embargo, existió un llamado a retornar a los viejos tiempos: «pregunten por el camino antiguo, el camino justo, y anden en él.» (Jer. 6:16). Había un momento en que a los escolares se les enseñaba: la bondad, la pureza, la lealtad, la obediencia a la autoridad, y la reverencia a Dios. En aquel entonces, los artículos de periódicos y revistas reflejaban la creencia de que somos seres morales que deben ejercer la moderación y buscar el bien de los demás.

Actualmente esta idea ha sido ampliamente desechada y reemplazada por el concepto de que podemos ser felices sólo cuando tenemos libertad para cumplir con cada uno de nuestros deseos egoístas. Rechazando las antiguas sendas y no las nuevas. En los días de Jeremías, la gente no se avergonzaba de sus pecados (v.15). Y cuando el profeta rogó para que regresen al «camino justo», respondieron: “¡No, ese no es el camino que queremos!” (v.16).

No tenemos que desanimarnos,  Dios todavía está en control. Podemos mostrarles el buen camino al amar a la gente, hablarles de Jesús y orar por ellos. La historia registra muchos avivamientos cuando multitudes volvieron a las sendas antiguas. Puede suceder otra vez!

1. Nuestro propósito en la tierra, no es para acostumbrarse a la oscuridad, sino andar en la luz.

NPD/HVL