Lectura: Marcos 7:14-23

Durante uno de sus sermones Hudson Taylor (1832–1905), uno de los primeros misioneros en China, llenó un vaso con agua y lo colocó en una mesa que tenía frente a él.  En un momento dado, golpeó muy fuerte la mesa, lo cual hizo que el agua salpicase buena parte de su superficie.  Posteriormente, explicó por qué había hecho eso: “Se van a encontrar con muchos problemas.  Pero cuando eso pase, recuerden: sólo va a salir lo que hay dentro”.

Vale la pena pensar un poco en esa frase.  Cuando nos tratan mal o nos sentimos incomprendidos, ¿cómo respondemos?  ¿Con palabras amorosas, con paciencia y amabilidad? ¿O dejamos que la ira nos controle?

En Efesios 4:17-32, vemos el contraste que existe entre una persona antes y después de ser salva.  Cuando vivimos bajo el control del Espíritu Santo, esto es fácilmente observable y comprobable, debido a la forma como reaccionamos ante situaciones desconcertantes, pruebas o tentaciones, y momentos embarazosos en los que nos dejamos llevar por las emociones. La forma en la que enfrentemos estos hechos, evidenciará cuánto hemos crecido en la gracia.

Aunque no es posible quitar la frustración, la ira o en el mal humor completamente, si podemos lograr que esos momentos sean cada vez menos frecuentes. Si en nuestros corazones está presente el amor de Dios, estaremos preparados cuando el desconcierto aparezca o las ansias de venganza quieran vencernos; saldrán de nosotros actitudes de paciencia y amabilidad; gozo y esperanza; amor y consuelo.

  1. Al igual que con un vaso lleno de agua, lo que hay dentro de nosotros saldrá.

 

  1. Cuando los problemas crecen, el verdadero carácter del creyente se manifiesta.

HG/MD

“Y decía: Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre.  Porque desde adentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, las inmoralidades sexuales, los robos, los homicidios,  los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la sensualidad, la envidia, la blasfemia, la insolencia y la insensatez.  Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre” (Marcos 7:20-23)