Lectura: Habacuc 1:1-2:4

¿Has hecho el siguiente experimento?; pídele a varias personas que dibujen sobre un papel una línea torcida, luego de esto compáralas, el resultado será que no habrá dos líneas iguales.  La moraleja de este experimento es que hay muchas maneras de torcerse, pero sólo una de enderezarse.

La Palabra del Señor nos dice que una persona rescatada por su gracia sólo tiene una opción para escoger: “…el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4).  El contexto de este pasaje, en especial el capítulo 1 del libro, nos habla de la angustia por la que pasaba el profeta, todo al alrededor le hacía creer que la violencia e injusticia estaban triunfando; un ejemplo de ello es lo descrito en Habacuc 1:13: “… ¿Por qué, pues, contemplas a los traidores y callas cuando el impío destruye al más justo que él?”.

La respuesta de Dios no se hizo esperar. Le respondió a Habacuc diciéndole que su pueblo debía ser “justo” y vivir por la fe.  No debían ser como aquellos sin esperanza cuya motivación era el orgullo y lo torcido, tal como lo dice la primera parte de Habacuc 2:4 “He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro de sí está envanecido…”

Una persona sin Dios en su ser, se autojustifica y trata de argumentar como correctas sus fallas e imperfecciones.  No quiere admitir que se ha equivocado, que sus caminos están torcidos, y por lo tanto necesita a Dios.

Al igual que en los tiempos del profeta Habacuc, la maldad parece estar triunfando en nuestro mundo.  Y del mismo modo que lo hizo en ese momento, Dios nos insta a vivir por fe tomando como ciertas las palabras que le dijo a Habacuc, que habrá un día en el cual Él arreglará cuentas con el malvado.

  1. La única manera de vivir es por fe, estando listos para enfrentar la maldad con la Palabra de Dios de nuestro lado.
  2. El único camino recto es el camino estrecho y angosto (Mateo 7:14).

HG/MD

“He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro de sí está envanecido, pero el justo por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4).